EXPERIENCIA EN PERU

Cuando Fran me dijo que estaba haciendo este blog y que quería que contara un poquito mi experiencia en el Perú durante un més...no sabía muy bien cómo, ni de qué manera expresar todo lo que un viaje de estas dimensiones conlleva…y desde YA, a los indecisos, a aquellos que tienen una espinita clavada por hacer un viaje de este tipo…los animo a coger el avión que de alguna manera cambiará sus vidas…


29 de Junio 2005, avión con trayecto Madrid-Lima, hora de embarque 21.50 horas, salida prevista 22.35 horas, asiento 24 K…
Destino…Perú…El Perú que no es lo mismo, un país cuyo nombre oficial es República del Perú, con una superficie de 1.285.215 km², y una población de 27.012.899 habitantes; estas dimensiones y densidad de población si las comparamos con las de España (40 millones de habitantes y 504.782 km²), convierten al Perú en un país poco poblado, y así es…excepto Lima...
Lima es una ciudad gris, con mucha gente…gente por todos lados, fue en Lima donde la burbuja en la que nos mantienen desde que nacemos empieza a “romperse” (entre paréntesis…porque nuestra burbuja es casi indestructible)... ¿que recuerdo de Lima? De lima recuerdo fortísimos controles policiales, un tráfico caótico, los niños vendiendo por las calles, la plaza de armas, la contaminación, el color gris, un atardecer frente al océano Pacífico, y la gran diferencia entre lo que allí denominaban un pueblo joven (pueblo fruto del asentamiento de la gente que buscando una vida mejor se asienta en las afueras de Lima -Suelen ser barrios de chabolas, sin agua, sin luz…-) y la zona de los grandes centros comerciales y grandes marcas…A la mierda! , ¿cómo se levanta la gente de esta zona todas las mañana viendo a esos niños casi sin vestir en invierno pidiendo y rogando por un sol?...¿no nos levantamos nosotros en España todas las mañanas igual que ellos?...la diferencia está en que nosotros no los vemos…pero tampoco vemos muchas cosas y las incorporamos a nuestra vida desde que nos levantamos hasta que nos acostamos…esto sin embargo no…En Lima tuve la suerte de estar solamente 2 días…después nos esperaba un largo trayecto en autobús…14 horas en autobús…Destino…Abancay…Este trayecto en autobús fue muy importante en mi viaje…recuerdo…el cansancio, el dolor de espalda, el deseo de llegar, la pregunta constante en mi cabeza de ¿cuánto falta para llegar? (ni Asno, el protagonista de la peli de Shrek 2 lo preguntó tantas veces…), recuerdo el dolor de cuello, el sueño, los suspiros, el lloro de un bebe, el amanecer en los Andes, casas aisladas en mitad de la montaña, las llamas, los pastores, la extrañeza de que los Andes no son como los Alpes de Heidi, sino que son mucho mas secos, y pedregosos no obstante se trata de una geografía impresionante que marca la vida de la gente que allí vive…recuerdo las carreteras y mi confianza ciega en que el conductor sabía lo que hacía…










...y por fin…llegamos a Abancay…y es aquí donde no puedo evitar poner una sonrisa y notar que mi experiencia en Abancay fue de las mejores experiencias que creo que podré tener en mi vida…De Abancay son tantísimos recuerdos…que no acabaría nunca…así que intentaré hacer un resumen…¿qué pasó en Abancay?...

Abancay es un pueblito andino, con un microclima que te permite estar en mangas de camisa prácticamente todo el año, con grandes paisajes y lleno de gente buena, trabajadora y luchadora…

El cansancio del viaje desapareció tan pronto llegamos al Hogar de Abancay…el Hogar de Abancay acogía a cerca de 50 niños abandonados por sus padres o no abandonados pero si con dificultades para cuidarlos…cuando llegamos al Hogar aparecieron de todas partes y edades…todos con sonrisas enormes (bueno…casi todos…), nos sentamos a la entrada de la casa y nos habían preparado unas danzas y canciones de bienvenida…una de las canciones era “si vienes a mi Abancay” (http://es.youtube.com/watch?v=ThP7TyC8zAk), esta canción se convertiría en todo un himno del viaje… Los 17 días que pasamos allí fueron estupendos…los chavales nos enseñaron el pueblo (que chaval de hoy en día, cuando le dices enséñame el pueblo, el primer sitio que te enseña es el Asilo de Ancianos? Eso me sorprendió mucho…y no es que fuese un sitio emblemático y bonito, no…al contrario…pero orgulloso, nos enseñaba que allí estaban los ancianitos y ancianitas que estaban solos, y que como nadie merecía estar sólo, él y unos amigos suyos iban allí todos los fines de semana y siempre que podía a pasar un ratillo con los abuel@s)...
También nos enseñaron la zona del pueblo que NO debíamos pisar…era la zona de los “pirañas”…si vienes aquí “te pirañean”… ¿que qué?...psss…que te roban…ah! Que me roban…(ufff! Pablo apunta apunta…) La plaza de armas, el mercado…en fin…todo un poco…







Durante los 17 días que estuvimos allí nos levantábamos muy temprano para ir a misa…si a misa…y es que allá, en el Perú, una de las cosas que recuerdo muy bien es su religiosidad…su profundísima religiosidad…y es que es muy difícil hablar de América Latina sin nombrar la religión, una religión católica de la cuál salen rasgos indígenas, y Jesucristo comparte protagonismo con Inti (dios Sol) o Pachamama (madre Tierra)…y bueno…estar con los chavales era lo mejor que teníamos que hacer siempre…

Después de misa, ibamos todos a desayunar (la verdad es que en ese momento se comía muy bien en el Hogar), el menú del desayuno era pan (riquísimo, era una especie de pan chafado, hueco y blando) y leche con quínoa (exquisita, sobre todo cuando te acostumbras al sabor, aunque yo lo recuerdo muy bueno, y eso que no me gusta la leche, jeje), después todos los chavales recogían su desayuno, limpiaban su taza, y se iban contentos al cole…volvían a la hora de comer y tras comer se iban corriendo a hacer sus tareas…era increíble lo bien que se portaban y siempre con la sonrisa puesta…

Por la tarde jugabamos con ellos, les ayudabamos a hacer la tarea y nos llevaban de excursión a sus lugares preferidos…aún recuerdo una excursión al Ampay…un lago precioso, en mitad de una vegetación increíble…










Como ya he dicho durante esos días hubo de todo, excursiones, fiestas, celebraciones, trabajos, momentos divertidos, otros no tanto…recuerdo un deseo general por parte sobre todo de los más mayores por venir a España…Pensaban que esto era un lugar de fortuna…en aquel momento, yo hubiese dado cualquier cosa por alargar mi estancia en el Perú, sin embargo estaba rodeado de gente que soñaba con el lugar al que yo debía volver…yo intentaba explicarles que en España las cosas no eran tan fáciles…y la respuesta siempre era la misma…”ya…pero mejor que esto siempre será…” y luego te hablaban de sus hermanitos y hermanitas, o de la mamá enferma a los que querían ayudar a tener una vida mejor…

Llegó el momento de salir de Abancay, y coger otro autobús que en tan solo 5 horas por caminos horribles y con muchas curvas, nos llevarían a la ciudad del Cusco…de este trayecto recuerdo grandes curvas y un mareo horrible, mezclado con un llanto continuo y un corazón ahora dividido y lloré hasta que ya no pude llorar más…recuerdo un sentimiento de culpabilidad por irme del Hogar y por elegir el Perú como país de vacaciones…y una última pregunta aún retumba en mi cabeza ”Pablito, ¿por qué no me adoptas? Llévame contigo”…



El Cusco, ciudad turística, junto con el MachuPichu y Valle Sagrado nos esperaban…guau! y en ese momento te importa una mierda el MachuPichu, el Valle Sagrado…las caras de los niños no se van de tu cabeza, te sientes afortunado por todo lo que tienes y siempre tendrás, solo porque el azar te eligió a ti para nacer en Europa y no a ellos, sin embargo ninguno de esos pensamientos te vale…
Pero compartimos fortunas diferentes…en Europa, mientras gozamos de un buen sistema sanitario, una casa confortable, un trabajo, un ocio, una educación y una escuela, automóvil vacaciones…
En Abancay, no necesitan un gelocatil para vencer un dolor de cabeza, porque ellos son más fuertes, y soportan el dolor…
Nuestra casa…viene con una hipoteca que nos esclaviza para el resto de nuestros días…
Nuestro trabajo…en muchas ocasiones, no nos permite cuidar de nuestros hijos y transmitirles los valores en los que creemos…
Nuestros niños van a la escuela y reciben una educación, que ni siquiera aprecian, sin embargo en otros lugares donde la escuela es insuficiente y la educación de mala calidad…los niños hacen cualquier cosa para poder asistir…
Aquí rara es la casa en la que no haya al menos dos automóviles, tenemos suerte…pero en Abancay los niños y niñas aún pueden jugar por las calles sin miedo a ser atropellados…

Acabo de recordar la historia de un niño del Hogar, Wilman…Una tarde tenía fiebre, nos dimos cuenta porque no jugaba, Nacho (entonces último estudiante de medicina), la puso el termómetro, creo recordar que tenía como 38 grados…ni mucho ni poco…por la noche recuerdo que nos levantamos varias veces a ver como estaba…la fiebre había subido hasta 40…tenía un fiebron, y el chaval aún no se había ni quejado…creo que le pusimos vendas de agua fría y no se que más líos de estos que hace el personal sanitario…Nos acostamos tarde…al día siguiente, cuando nos levantamos, Wilman se había ido a la escuela…evidentemente volvió con otro fiebron…por la tarde lo llevaron al médico, no recuerdo bien que tenía…parásitos creo…pero aun con fiebre, nunca faltó a la escuela…

De camino a Cuzco recuerdo a niños uniformados andando por las carreteras volviendo a casa tras haber ido al colegio… ¿cuántos kilómetros tendrían que andar cada día para ir al cole?, ¿habrían comido algo esa mañana?, ¿descansarían cuando llegasen a casa o tendrían que trabajar?...





De Cuzco tengo la imagen de una ciudad preciosa, llena de turistas…como yo…pero a lo rico…propaganda del MachuPichu por todos sitios, excursiones guiadas, rutas...era una ciudad un poco europeizada…

Del Valle Sagrado y del MachuPichu…me quedo con la impresión, y la imaginación que me llevó a visualizar a los Incas trabajando la tierra y viviendo en un entorno como aquel, y en cómo su sería su vida antes del “famoso descubrimiento de América” y la llegada de los españoles al nuevo continente, en aquel fatídico año 1492…

5 días en Cusco dan para mucho…pero como siempre, todo llega a su fin y esta vez será un avión el encargado de llevarnos a Iquitos, capital del departamento de Loreto, en la selva nororiental del Perú.Los aviones volaban de noche para evitar percances con una serie de pajarracos negros del tamaño de dos gallinas y que sobrevolaban la ciudad constantemente, eran muy, muy feos pero te acostumbras…

La vida en la selva es diferente…cabañas de madera, tranquilidad, amacas, calor mucho calor, millones de perros sarnosos (ni un gato), mucho calor, mucha humedad, mucho calor, mucha humedad, bichos, monos, loros, plátanos, papayas, miles de frutas que no conocía, unas tombas de lluvia tan repentinas como abundantes…

Tengo un gran recuerdo del “crucero” por el Amazonas camino a visitar a unos pueblos indígenas del interior, y mi inevitable curiosidad por saber como era el tacto del agua del Amazonas (cuidado pirañas! Ups! Fin de la curiosidad…)…


Una vez en el pueblo indígena, otra vez la sensación de intruso, ¿qué coño hago aquí?, ¿por qué venimos aquí?... ¿qué busca un gringo cuando visita a alguien que ni siquiera sabe que existes?...¿visitamos una forma de vida diferente?...¿cuál es el resultado de nuestra visita?...¿para mi o para ellos?...¿es equitativo el intercambio que se produce con este “turismo rural”?

Y como siempre la figura de los niños y niñas corriendo descalzos casi sin ropa hacia ti para pedirte cualquier cosa…eso sí…siempre con una sonrisa, con un gesto de cariño…en este país los reproches, el egoísmo y los malos modales de los niños brillan por su ausencia

















EL PERÚ para mí es YA una parte de mí…El Perú viaja conmigo en cada uno de mis días…y no puedo evitar recordar con mucho cariño a los niños del Hogar, a mis compañeros de viaje, tanto a los que salieron y regresaron conmigo desde España como a los que me encontré por allá…Perú…Costa, Sierra y Montaña…diferentes pero iguales…TODOS…diferentes pero iguales…